martes, 22 de abril de 2008

Pensamientos

Busca en tu interior
Esa virtud tan bella
Que posees y no
Captas su valor

La fuerza para poder
Con lo negativo que
Te hace ver
La vida amarga
Si querer.

Busca en ti
Fuerza y valor
Espíritu de ganador
Y podrás vivir
Sin sentir temor.

Vive con rumbo fijo
Con una sola pretensión
Alcanzar lo que desees.

Ten decisión, sin obstáculos
Y tendrás todo lo que quieras.



En las entrañas de mi corazón una historia tuvo lugar pues una mañana de agosto sentí mi corazón despertar.
Viendo el sol nacer y a la noche la luna llegar.
Cuando se abrió una flor con el nombre ¡amistad! una espina se me clavo, sin podérmela sacar pues pensé… que no existía nada mas…

Pero esa flor, brillaba más que ninguna, y en sus pétalos se leía tu nombre, y el de mi amargura… Más no pudiendo ser otra flor de más hermosura.

Mis lagrimas, de una en una caían sobre el temblor, de la palabra…. Amor.
Como el resplandecer de esa mañana de Agosto…
Triste y amargo ¡Amanecer!

lunes, 14 de abril de 2008

Lapices, 2ª parte

El viejo lápiz se giró y miró al resto de los lápices que estaban siguiendo con atención sus palabras.
Ella ahora necesita escribir lo que siente, necesita ver escrito todo aquello que su corazón siente porque solo así, podrá seguir generando amor, un amor que tan importante es para la persona que ella ama. Yo ya estoy viejo para escribir más porque estoy cansado y apenas me sostengo en pié, pero entre todos vosotros, juntos, podéis plasmar en ese cuaderno aquello que ella necesita leer para seguir amándole y para seguir teniendo fuerzas para aguantar el dolor de su ausencia. Vamos a ayudarla entre todos!! – gritó el viejo lápiz
Todos los lápices gritaron a la vez
Vamos a ayudarla!! Vamos a escribir sus sentimientos y vamos a conseguir que venza el dolor.
Pero, ¿cómo lo vamos a hacer? ¿Como vamos a saber lo que ella siente? - dijo un pequeño lápiz de color verde
Muy sencillo – dijo el viejo lápiz moviendo ligeramente la cabeza de arriba abajo
Recorramos el mundo buscando cada letra que ella haya escrito, recorramos cada línea formada en sus poesías y en sus historias, compartamos entre todos cada frase que veamos de ella en cualquier servilleta que encontremos y cuando juntos hayamos hecho eso, vengamos todos aquí de nuevo y juntemos nuestras puntas para poder escribir lo que ella no ha podido
Todos saltaban de alegría porque iban a ser piezas fundamentales en esta importante misión. Juntos se pusieron a trabajar. Se organizaron sin tener en cuenta los colores, los tamaños o lo nueva o desgastada que estuviera su punta. Todos juntos empezaron a buscar por el mundo entero, letras, palabras, frases, párrafos escritos por ella. Cada lápiz iba compartiendo con su compañero de al lado lo que iba descubriendo. Todos los lápices subían montañas, cruzaban ríos, volaban con el viento descubriendo todo lo que ella había escrito en su vida y poco a poco, cada uno de ellos se iba impregnando de aquellos sentimientos y de aquellas sensaciones que Ella había plasmado en cada letra, en cada palabra en cada párrafo.
Al anochecer, totalmente exhaustos, fueron llegando los lápices de nuevo a aquella habitación entrando sin hacer el más mínimo ruido para no despertarla. Allí se juntaron todos. Allí llegaron todos habiendo conseguido algo. Hasta el grandullón había participado y aportaba algo. Ya no quería ser alguien a quien todos admiraran, ya no quería ser élite de nada. Solo quería participar y ser uno más.
El viejo lápiz estaba sentado al lado de las lágrimas que ella había derramado al no poder escribir lo que sentía. Uno por uno los lápices fueron depositando en esas lagrimas todo lo que habían conseguido en sus andanzas. Uno a uno fueron depositando lo que habían aprendido de ella y ya solo quedaba uno: el grandullón.
Este se acercó a la lágrima y al tocarla con su punta vio que no pasaba nada y se sorprendió. Miró al viejo lápiz con cara de asustado y le dijo:
Qué pasa? ¿Por qué no me pasa como a los demás?
Tienes que sentirlo. Tienes que hacer que te salga de dentro sin pensar en nada mas que en ella y no en lo importante que puedas llegar a ser con este gesto – le respondió el viejo lápiz
Se acercó el grandullón de nuevo y al tocar la lagrima, la habitación se iluminó con miles de luces de colores. Hubo una explosión de estrellas y de luz en aquel cuarto y los lápices empezaron a flotar en el ambiente en un torbellino de fantasía. Subían, subían, subían hasta juntarse todos en el techo de la habitación en un torbellino que les tragó de repente.
Todo pasó en un segundo. Todo despareció. De nuevo la oscuridad. De nuevo aquella habitación con las mismas cosas que tenía de días atrás. Ella se despertó. Volvió a mirar el techo, volvió a mirar la ventana y se levantó. Miró a su cuaderno.
Buenos días cuaderno. Creo que me he quedado dormida - dijo ella con voz temblorosa
Pero algo había cambiado. Ella miró a la ventana y estaba un poco abierta aunque no recordaba haberla abierto. Una brisa de aire entró en la habitación envolviéndola. Esa brisa, acarició al cuaderno haciendo que una nueva hoja pasase hacia delante. Una nueva hoja en blanco estaba ante sus atónitos ojos y se asustó. Dio un salto en la silla y miró para todos lados. Algo había cambiado. Algo no era como era antes de ella dormirse.
Aquella hoja en blanco tenía puesto un título. Había letras en esa hoja formando una frase que hizo que ella se estremeciera. Había escrito
“Te quiero desde que te soñé”.
Ella empezó a mirar por todas partes porque no comprendía nada y de repente le vio. Ahí estaba. El viejo lápiz, aquel cansado, roto y descolorido viejo lápiz ahora estaba lleno de color. Era él, no había ninguna duda. Las muescas de haberlo mordido y de haberlo arañado con sus uñas eran inequívocas, pero estaba lleno de color, con la punta totalmente fina y zandareándose con suavidad fruto de esa brisa que entraba por la ventana.
Ella miró hacia la caja de los lápices y volvió a sorprenderse. Todos tenían colores mezclados. Todos tenían colores de otros lápices, y hasta el grandullón, tenia colores de todos los demás. Ella sacudió la cabeza porque pensó que estaba soñando pero estaba despierta. Era todo real.
No quiso pararse a pensar. Ahí tenía su cuaderno y su viejo lápiz dispuestos a compartir con ella un nuevo sentimiento, una nueva poesía, una nueva historia.
Ella puso el lápiz en posición de escribir, abrió la ventaba para poder ver mejor, se sentó de nuevo cómodamente, cogió aire, lo soltó lentamente y se dispuso a escribir todo aquello que sentía por él pero nada mas escribir la primera letra, nada mas deslizar su lápiz por aquel cuaderno, una mano cogió la suya con suavidad.
Ella no levantó la mirada de su cuaderno. Ni se giró. Ni se inmutó. Siguió mirando hacia delante. Solo vio que una mano estaba sobre la suya, una mano que la había acariciado cientos de veces, la mano de él.
Empezó a escribir lo que sentía. No paró de escribir, letra a letra, palabra a palabra, frase a frase todo lo que llevaba dentro y cada letra, cada palabra y cada frase, sintiendo la mano de él sobre la suya acompañándola. Ella supo en ese momento que nunca volvería a estar sola y que él estaría siempre con ella. El volvió de nuevo a su lado......

martes, 8 de abril de 2008

Lapices, 1ª parte

Realmente ella no sabía si era de día o de noche. La persiana de la ventana de su habitación había permanecido bajada desde hacía varios días y la verdad era que ella aunque tenía la vista puesta en dicha ventana, ni la miraba.
A veces dormía, a veces movía los ojos mirando hacia el techo o repasando las cosas que estaban en aquella habitación como si esperara la aparición de algo nuevo o por si echaba en falta algunas de ellas. Pero no. Todo seguía allí, quieto, sin moverse, casi a oscuras. Solo cambiaban los ruidos de la calle, las risas de sus vecinos por la noche, el crujir de los muelles de su cama cuando se incorporaba para sentarse, y los mismos crujidos que sonaban cuando se volvía a acostar.
Pasaban las horas mirando aquella ventana porque no quería girarse ni darse la vuelta. Ella sabía que él no estaba ya allí, sabía que encontraría las sábanas removidas y un gran vacío casi tan grande como el que sentía en su corazón. No quería asimilar que él no estaba ya con ella. Ni el consuelo de un nuevo reencuentro la consolaba, ni las risas de sus vecinos, ni la quietud de las cosas de su habitación, ni el saber cuantos días o noches habían pasado. A veces ante sus ojos aparecían las imágenes de los recuerdos de cuando estuvieron juntos, pero se desvanecían con la misma rapidez con la que aparecían. No quería mortificarse viendo sus propios recuerdos, recuerdos que tan feliz la habían hecho sentir.
En su mesa, cientos de cosas, un vaso de agua, un paquete de pañuelos de papel, los cables entremezclados de su aparato de manos libres para el móvil con los de su reproductor de música. Algunas chucherías, libros, un par de películas de DVD y algunos papeles arrugados. Un caos perfectamente organizado en el que ella encontraba todo al instante. Así era su vida: había de todo, y cuando necesitaba encontrar algo, siempre lo encontraba aunque no fuera lo que más necesitara en ese momento.
Se levantó una vez mas de la cama sin querer mirar atrás, puso los pies en el suelo y sintió el frío que le llegaba hasta la espalda y se levantó. Empezó a buscar algo con avidez. Tenía una gran necesidad y quería saciarla. Sin mover su cuerpo escudriñó su habitación, pero esta vez buscaba algo muy concreto, algo que había sido el depositario de lo más importante que ella tenía. Buscaba el lugar donde su alma escribía.
Siempre tuvo celos de esa parte de ella que era capaz de plasmar los sentimientos de esa manera en un papel. Pasaba noches y noches escribiendo hasta caer dormida sobre su cuaderno y a la mañana siguiente, leía lo que había escrito reconociendo a veces eso era obra de alguien que llevaba dentro, pero sobre lo que no tenía pleno control. Su cuaderno de poesías, su cuaderno de sentimientos, su cuaderno de dolor. Eso buscaba. Lo encontró. Saltó hacia él como una leona salta hacia su presa.
¿Se puede saber donde te habías metido? - le dijo al cuaderno con voz de enfadada.
Sabía que nunca obtendría respuesta, pero aún así, ella siguió con su riña al cuaderno como si de un niño travieso se tratara.
Te estaba buscando. Seguro que no estabas donde de dejé. No me vuelvas a hacer esto, ¿te enteras?
Cualquier niño hubiese agachado la cabeza en señal de sumisión, pero el cuaderno se quedó quieto e impasible como si la estuviera retando. Ella se quedó mirando de nuevo al cuaderno e intentó continuar con la riña, pero sabía de alguna manera que perdería la paciencia y que no ganaría esa batalla. Eso sí, el cuaderno recibió su castigo dejándolo caer con desprecio sobre aquella mesa llena de cosas.
Cogió la silla, se sentó, se puso cómoda y presta a escribir un nuevo sentimiento en aquel cuaderno. Tenía prisa puesto que no quería que esa parte que vivía dentro de ella se le adelantara de nuevo y fuese quien escribiese lo que sentía en ese momento. Quería plasmar lo que había sentido en esos días, quería plasmar el gran vacío que sentía en ese momento y quería plasmar lo que los ojos de él le transmitieron al irse. Esos sentimientos eran suyos y solo suyos y nadie se lo iba a arrebatar.
Todo estaba dispuesto, encendió una pequeña luz que colgaba de su pared, buscó en la cajetilla de los lápices, aquel que tuviese mejor punta, aquel que fuese más cómodo, dejando a un lado los viejos lápices que tantas veces la habían acompañado en otros momentos. Para ella, esa era una ocasión especial. El lápiz se sintió orgulloso, se sentía importante de haber sido elegido para tal momento. Miró con desprecio al resto de lápices de la caja pavoneándose y creyéndose el rey del mundo. Era el que todos mirarían con envidia, el líder, el que tenía la mejor punta, el que era mas nuevo.
Cientos de sentimientos empezaron a agolparse en la punta de aquel lápiz, prestos a salir y quedar inmortalizados en ese cuaderno. Cientos de sensaciones afluían en ese momento a su corazón, el cual empezaba a palpitar con fuerza ante el reto que se le ponía por delante. Cientos de imágenes se agolpaban en su mente en un intento desesperado de ordenarse y salir de una en una.
Pero no se movió. Nada se movió. Giró la cabeza y volvió a ver aquellas sabanas vacías. La fuerza con la que sujetaba ese lápiz tan apuesto y aguerrido segundos antes, desfallecía por momentos. Dejó caer el lápiz. El dolor volvía a surgir de lo más profundo de su ausencia para invadir todas aquellas conquistas y logros. Ese dolor irrumpió haciendo que los sentimientos se escondieran, pisoteando todas las sensaciones y apartando de su camino cada una de las imágenes que prestas a salir, solo necesitaban un pequeño impulso para inundar la habitación. De nuevo oscuridad, de nuevo soledad, de nuevo la ignorancia de saber si era de día o de noche. No pudo escribir ni una sola letra, ni plasmar el más pequeño de los signos ortográficos que pudiera indicar una mínima presencia. ¿Porqué dolía tanto amar? .¿Porqué las lagrimas tienen que aparecer siempre en los ojos de dos personas que se aman?.
De nuevo se acostó en la cama dando la espalda al lugar donde él había estado durmiendo. Ni ella ni esa parte de ella que tantas veces se le adelantaba a plasmar sus propios sentimientos en aquel cuaderno, fueron capaces de escribir nada. Siempre lo había podido hacer y no comprendía por qué esta vez no fue capaz de hacer brotar ni una sola letra de sus dedos.
Intento tras intento eran aplastados sin contemplación por aquella sensación de dolor. Ella que siempre había podido y sabido plasmar el dolor en su cuaderno, no podía hacerlo esta vez. La sensación de impotencia era cada vez mas agobiante y la iba encerrando mas y mas en si misma. Cerró los ojos para no pensar en nada y se quedó dormida. Profundamente dormida.
¿Qué ha pasado?. – Se escuchó con una voz muy fina.
Pues que ese engreído no ha escrito ni una sola letra – dijo alguien esta vez con una voz grave y seca.
Tanto cuerpo, tanto figurín y no ha pintado ni una sola letra – dijo alguien mas.
Los lápices de aquella caja empezaron a reírse del llamado “grandullón”. Todos le señalaban como si de un apestado se tratase. Todos los lápices de la caja empezaron a salir. Los había largos, cortos, grises, de colores, con punta fina, con punta gruesa. Al lápiz sin punta tuvieron que ayudarle a salir del a caja entre varios porque el pobre no se podía sostener en pie. Todos los lápices se acercaron al grandullón que aun mostraba su prepotencia ante los demás.
fanfarrón!! – le gritaban algunos lápices de color azul.
¿Donde están los resultados de esa punta tan fina y educada que tienes? – le gritaban los lápices de color rosa
Ella no sabe escribir!! - dijo el grandullón con voz poderosa
Un silencio se hizo entre los lápices. Se miraron unos a otros incrédulos ante la arrogancia del grandullón. Pero una voz salió de dentro de la caja de los lápices
- No sabes sentir grandullón!
Y ahí estaba. Olvidado. Apagado sin apenas carbón en su interior, sin color con la punta redondeada y totalmente gastado por el uso y el tiempo. Se levantó como pudo y a duras penas se dirigió hacia donde estaban todos los lápices. Era un viejo lápiz, era el lápiz con el que ella había plasmado en aquel cuaderno todos sus sentimientos durante muchos años. Era consciente que ella sabía de sobras escribir, sentir y convertir una sensación en maravillosos juegos de palabras. Ese viejo lápiz había compartido con ella noches y noches sin sueño, cientos de letras, miles de correcciones y juntos habían rellenado hojas y hojas de papel llenas de ternura, dulzura y amargura.
El viejo lápiz se acercó al grandullón lentamente mientras el resto de los lápices le hacían un pasillo. Su andar era tortuoso y cansino. Apenas se sostenía pero su firmeza era envidiable. No le quitaba la vista al grandullón y se puso delante de él.
No sabes sentir. – Volvió a repetir el viejo lápiz pero esta vez teniendo cara a cara al grandullón.
Has querido ser protagonista de un momento importante de ella, pero no se puede ser protagonista de algo en lo que no se ha participado ni te has esforzado. Has sido muy egoísta y solo has querido lucirte y poder presumir de lo que ella hubiese escrito, pero te ha salido mal porque ella, no ha podido escribir ni una sola letra – dijo con voz armoniosa el viejo lápiz.

lunes, 7 de abril de 2008

locura ..encontrada?

El otro dia vi un anuncio en la Tv, en la que unos locos argentinos, habian creado hace años una emisora de radio y eran los protagonistas de dicho anuncio.

Me llamó la atención que dijesen algunas frases que hoy en día, los que se consideran "cuerdos" ya no dicen. "el ser humano es maravilloso". Sí, habeis leido bien, he dicho "se consideran" porque aunque yo no esté metido en un centro, me considero tan maravillosamente loco como ellos.

Ven un mundo distinto al nuestro, ven un mundo en el que siguen pensando en la bondad de las personas y ven un mundo desde el punto de vista casi infantil, donde se ilusionan por cualquier proyecto que para ellos lo es todo. Con que poco son felices!!

Les envidio. De verdad que les envidio. Dicen que no es mas féliz el que más tiene sino el que menos necesita. Y ese dicho, tiene su gran reflejo en esas personas, que viven en el otro lado del planeta, pero que tienen sus iguales a pocos metros de nosotros. Su locura, su inocencia, su emisora de radio y sobre todo, lo mas importante que ví en ellos: todos sonrien.

El loco tradicionalmente exporta miedo, rechazo, compasión y el atributo de loco se le otorga a una persona a la que queremos despreciar. Pero, ¿alguien se ha molestado en entender su mundo?. ¿ Donde está su mundo?. Yo reconozco que nunca me habia planteado el conocer el mundo de aquellos que no viven en el mio.

Es obvio que esos maravillosos locos, no viven en mi mundo, donde me cuesta sonreir, donde me cuesta encontrar gente maravillosa como ellos dicen, donde me cuesta mantener una ilusión, mas allá de la cobertura de mis propias necesidades básicas.

Quiero conocer su mundo, quiero encontrar su locura. No se si esa locura les encontró a ellos, o ellos fueron a buscarla para quedarse alli.

Os envidio.

viernes, 4 de abril de 2008

recuerdos

A veces la mente nos juega malas pasadas. Realmente no se hasta que punto somos dueños de nuestra mente, o si es ella quien se maneja a sí misma, o alguien la maneja con alguna oscura o predestinada intención.

Cuando estamos tristes, envueltos en el desamor, solos o deprimidos, la mente se encarga de pasar por delante de nuestros ojos, los momentos de nuestra vida que nos han llevado a ese estado. ¿ Porqué?. Será que no tenemos suficientes sufrimientos, como para que encima "una de los nuestros" nos los haga revivir una y otra vez. Es como una especie de "auto masoquismo" excasamente controlado.

Cuando estamos alegres, envueltos en el amor, protegidos, ilusionados, vivos, la mente se encarga de pasar por delante de nuestros ojos, los momentos de nuestra vida en los que fuimos felices en el pasado. ¿ Para qué?. ¿ Para comparar? .

Pienso que en el primero de los casos, la mente nos protege de la manera mas cruel que existe, para que nos demos cuenta cada instante, cada minuto, cada segundo, de lo que nos ha llevado a ese estado, y así evitar que caigamos en los mismos errores más veces.

Pienso que en el segundo de los casos, nuestra mente, no nos pone a prueba para ver si realmente lo que tenemos en el presente, es mejor que lo que tuvimos en el pasado, sino que la mente se envuenve en una "borrachera emocional" y mete en el mismo saco, todos los momentos felices que hemos tenido para disfrutarlos todos juntos.

Algo es evidente. No podemos controlar ninguno de los dos estados. Quizás un comportamiento mas equilibrado nos ahorraria sufrimiento, aunque a cambio, prescindiríamos de un poco de felicidad y euforia. Quien sabe.

El verdadero problema surge cuando el amor sigue arraigado en nuestro corazón. La mezcla de recuerdos, se entrecruzan a cada instante, y si no estamos con la persona a la que amamos, el cocktel resultante se convierte en un autentico infierno.

Recordar momentos felices con alguien, mezclados al instante siguiente con los momentos de dolor y sufrimiento que nos llevaron a perder a ese amor, es el mayor de los dramas que le puede pasar a una persona. ¿ drama? . Si, drama, incluso DRAMA.

Si la mente es tan... inteligente, si realmente actúa asi para protegernos, ¿ porqué no borra aquellos recuerdos de la persona con la que ya no estamos si estos nos producen dolor? . ¿Quien está consintiendo esto?.

Aunque sea un tópico, muy explotado por poetas y psicólogos, el amor, nuestos recuerdos, nuestro pasado, el presente... todo tiene un manipulador, un egoista controlador que está totalmente fuera de control.

El corazón. Ese nombre que a algunos les viene demasiado grande, ese nombre al que siempre acabamos echándole la culpa de todo.

Sinceramente, los recuerdos, no se guardan en la mente. Se guardan en el corazón.

jueves, 3 de abril de 2008

la burra infeliz

Habia una vez una borriquilla q trabajaba llevando pesadas cargas de un lado a otro.
Sin embargo la borrica era feliz, porque entre viaje y viaje disfrutaba del paisaje, los pajarillos...el verde del bosque...etc... Su dueño le daba alfalfa,en fin, teniauna buena vida.
Pero una dia su dueño empezo a pensar q la bestia,ahorraria viajes y ganaria mas dinero si la cargase mas....Asi fue como la burra iba tan cargada q no podia levantar la cabeza del suelo.
Al cabo de un tiempo, la burra no paraba de recordar todo lo q veia antes.. los pajarillos, los paisajes, el verde del bosque....q veia antes. Por que sera q ya no puedo levantar la vista del suelo??? Acaso esq todo lo q queda en el mundo es este trozo de sombra de mi misma q veo constantemente???
De repente giro la cabeza a un lado y descubrio el porque de sus pesares. Le habian puesto toda una carga encima de la cabeza, y no esq pesase mas q antes, si no q estaban mal colocadas. Entonces agito su cuello y la carga cayo al suelo. Su dueño se enfado por el desastre, pero pudo entender q colocando las cajas y bultos de otra forma, la borrica volveria a rebuznar tan feliz como antes.....