Condenadas a estar juntas, pero castigadas a no poder sentirse abrazadas. Se mecen, se arrullan, se necesitan y se complementan.
Una se lleva poco a poco pedazos de la otra sin que esta pueda evitarlo, y la otra le va dejando momento a momento, todo el resultado de su furia o de su quietud.
Día y noche juntos pero eternamente separados.
Cuando una intenta crecer invadiendo el terreno de la otra, esta resurge embravecida y dispuesta a recuperar lo que en justicia le pertenece, pero como sabe que el destino las ha condenado a vivir eternamente en armonía, poco a poco le va devolviendo lo que con su genio se llevo….
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